Para los amantes de la cerveza, Alemania es algo así como un paraíso. Grandes consumidores de cerveza, los alemanes son también grandes y variados productores. De entre todas las regiones de Alemania, quizá donde la maestría cervecera alemana alcanza su máximo nivel es en la región bávara. En su capital se halla la que es sin duda una de las más célebres cervecerías alemanas: la Hofbräuhaus am Platzl, conocida también como Staatliches Hofbräuhaus in München y Hofbräu München.
La relación de Baviera con la cerveza viene de muchos siglos atrás. No en vano, se dice que durante la Edad Media eran aproximadamente trescientos los monasterios que producían cerveza tanto en esta región como en sus alrededores.
Múnich, capital de la región, se convertiría así, por méritos propios, en una especie de capital mundial de la cerveza. En ella se encuentran sin duda algunas de las mejores cervecerías del país. La Hofbräuhaus es la más célebre de ellas.
Origen de la Hofbräuhaus
Si nadie que viaje a Múnich tiene excusa para no dejarse caer por el palacio de Nymphenburg, tampoco nadie debería marchar de la capital bávara sin visitar esta célebre e histórica cervecería. Vamos a contaros algunas cosas de su historia.
La tradición cuenta que los orígenes de esta mítica cervecería de Múnich hay que buscarlos en el siglo XVI. En 1589 fue fundada por el Duque William V. De ese año existe documentación que demostraría que esta cervecería, ubicada en la parte vieja de la ciudad de Múnich, fue la encargada de abastecer a la familia real Wittelsbach.
Los Wittelsbach fueron la dinastía gobernante en los territorios de Baviera durante ocho siglos (desde 1180 hasta 1918) y también del Palatinado Renano (desde 1214 hasta 1805).
En 1828, el rey Ludwig I decidió que la cervecería se abriera al público (antes sólo se dedicaba a fabricar cerveza). Esta apertura fue acompañada de una reducción de los precios que buscaba un objetivo que no tardó en ser alcanzado: el de que cualquier muniqués o persona que visitara Múnich pudiera disfrutar de la cerveza de aquel local.
Orinar en los bancos de la Hofbräuhaus
El éxito de esta cervecería fue inmediato. El salón, en el que se instalaron largas mesas, estaba siempre ocupado por personas que se resistían a abandonar su lugar en ellas por miedo a perderlo. Tanto era el apego de los clientes a sus asientos que, negándose a abandonarlos cuando tenían que levantarse para acudir al servicio, orinaban bajo las mesas sin levantarse de sus preciados asientos.
Visto el problema de salubridad que ello podía ocasionar, los dueños de la cervecería decidieron realizar unas canaletas en el suelo para que, así, la orina de su clientela pudiera salir a la calle.
El hecho de orinar sentados hacía que, en ocasiones, unos clientes salpicaran a otros. Esto, cuando el estado de embriaguez había subido a consecuencia de la ingesta de cerveza, daba lugar a enfrentamientos y peleas entre la clientela.
Los dueños de la cervecería, para paliar también este problema, puso a disposición de su clientela unos tubos de madera que se usaban como tubería para, de ese modo, no salpicar a nadie. Como muchos clientes no veían con buenos ojos el utilizar tubos que hubieran sido utilizados antes por otras personas, empezó a ser habitual que muchos clientes empezaran a acudir a la Hofbräuhaus llevando sus propios tubos desde casa.
Reuniones políticas
El local no tardó en convertirse en un lugar importante de reunión política. Para resaltar la importancia de esta cervecería muniquesa, bastará con destacar dos efemérides. En sus salones se proclamó la “República Soviética de Múnich” (Lenin había figurado entre sus clientes habituales) y Adolf Hitler la escogió para exponer el programa de 25 puntos que serviría para regir al Partido Nazi.
La famosa cervecería muniquesa quedó absolutamente destruida por los bombardeos que los aliados lanzaron sobre Múnich durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. En 1958, sin embargo, la cervecería fue reconstruida aprovechando el 800 aniversario de la fundación.
La reconstrucción de la famosa cervecería muniquesa, sin embargo, no implicó que se volvieran a colocar canaletas en el suelo. Lógicamente, ahora no está permitido el orinar en el suelo, bajo las mesas.
Dos salones y terraza
La Hofbräuhaus posee dos grandes halls. Uno de ellos se encuentra en la planta principal y puede albergar hasta 1.500 personas. El otro se halla en el sótano y puede acoger hasta unos 1.000 clientes.
El visitante que acuda a este local puede encontrar en él el ambiente típico de las cervecerías bávaras, es decir: bóvedas, mesas de madera, camareras vestida con ropa tradicional de la región y una orquestina tocando música típica.
La Hofbräuhaus posee también un apreciado ‘biergarten’, es decir, un jardín o terraza. Los biergarten o “jardines de la cerveza” son terrazas típicas de Baviera.
En la actualidad se calcula que alrededor de 35.000 personas visitan al día esta famosa cervecería de Múnich. De ella se dice que genera unos ingresos de más de diez millones de euros anuales y que se ha convertido, con derecho propio, en lugar de inexcusable visita para toda aquella persona que visite la capital bávara y, en especial, para todo amante de la cerveza.
La Hofbräuhaus y el Oktoberfest
Sin duda, la Hofbräuhaus adquiere especial relevancia cuando en Múnich se celebra la que está considerada la fiesta popular más grande de Alemania, la Oktoberfest, una fiesta que se celebra en los meses de septiembre u octubre, que gira alrededor de la cerveza y en la que sólo puede servirse una cerveza que cumpla con una serie de requisitos.
Los más importantes de entre los requisitos que debe cumplir la cerveza que se sirve en el Oktoberfest son los siguientes: tener un mínimo de 13,5 Stammwürze (alrededor del 6% de alcohol) y haber sido fabricada dentro de los límites de la ciudad de Múnich. Sólo la cerveza que cumpla dichos requisitos podrá ser considerada, pues, “cerveza Oktoberfest”.
Los amantes de la cerveza tienen en el Oktoberfest una excusa inmejorable para visitar Alemania, acercarse a Múnich y consumir una (o varias) cervezas en esta maravillosa cervecería cargada de historia y tradición.