1997 fue el año en que Porsche lanzó al mercado el Porsche 996, la quinta generación de su mítico 911. Para mantener la competitividad del vehículo estrella de la firma, el fabricante alemán introdujo en el modelo numerosos cambios tanto a nivel estético como a nivel tecnológico.

Desde la perspectiva que da el tiempo hay que decir que muchos de los cambios introducidos por la firma alemana en este nuevo modelo no fueron demasiado bien recibidos por los fanáticos de la marca. De hecho aún hoy, 20 años después, los modelos de esta generación son los menos valorados de la marca de Stuttgart.

Uno de los detalles incorporados al Porsche 996 que menos gustó a los tradicionales amantes del modelo fueron sus faros. Por vez primera, los faros del Porsche 911 no eran ovalados e integraban, en el mismo conjunto, los intermitentes y las luces de carretera.

Con estos nuevos faros, el 996 perdía una de las señas de identidad más reconocibles del 911. La marca, consciente de la fría acogida que tuvieron los faros del 996, abandonaría este tipo de óptica al diseñar las siguientes generaciones del 911.

Motores del Porsche 996

Los cambios que se introdujeron en la quinta generación del Porsche 911 no afectaban a la situación del clásico motor bóxer de 6 cilindros. El nuevo 911 también tenía su motor colocado justo detrás del eje trasero. Eso sí, este nuevo modelo incorporó la refrigeración líquida.

Ésta, al igual que otras innovaciones técnicas incorporadas a la quinta generación del 911, se probó anteriormente en el Porsche Boxster. La incorporación de la refrigeración líquida permitió que el 996 tuviera una mayor potencia. También emitía menos ruido y poseía una mayor estabilidad térmica. Eso le permitió adaptarse a las cada vez más exigentes normativas anticontaminación.

El 996, pese a tener una cilindrada menor que el Porsche 993, la generación precedente, desarrollaba una potencia mayor. La nueva gestión eléctrica BOSCH permitía al motor de 3.4 centímetros cúbicos del 996 alcanzar una potencia máxima de 300 CV.

Porsche 996

Los motores del Porsche 996, sin embargo, dieron problemas desde su comercialización. Fueron muchos los que dieron problemas en uno de sus rodamientos. Esos problemas provocaron que, en muchos casos, se tuviera que cambiar el bloque entero.

El patito feo de Porsche

Esta generación del 911 ha sido vista por muchos como el patito feo de la marca. Los mencionados problemas técnicos y sus innovaciones estéticas hizo que muchos amantes de la firma germana criticaran este modelo. Algo que, por otro lado, resulta una injusticia con algunas de las versiones de esta generación y con algunas de las innovaciones incorporadas por ellas.

Por ejemplo: el 996 poseía un diseño más aerodinámico y menos “musculoso” que los modelos de las generaciones precedentes. En contrapartida, este modelo tenía un coeficiente de resistencia aerodinámica menor que los modelos anteriores y garantizaba un mayor asentamiento sobre el asfalto.

El nuevo modelo tenía 4,43 metros de longitud (185 mm más que su precedente), pesaba 50 kg menos (su peso era de 1.320 kg) y poseía el 61% de su peso situado sobre el eje trasero.

El rediseño de algunos elementos y el incremento de las medidas exteriores permitió aumentar el espacio interior de este modelo de la firma alemana, que resultaba más cómodo que los modelos precedentes.

Por otro lado, el nuevo modelo poseía una mayor calidad en sus acabados y ofrecía un abanico de opciones de equipamiento más amplio.

Porsche 996 interior

Las suspensiones del 996 eran también nuevas en el 911, aunque se habían probado anteriormente en el Porsche Boxster. Al igual que éste, la quinta generación del 911 incorporaba en su parte trasera un sistema multibrazo. En la parte delantera, por su parte, el 996 disponía de amortiguadores telescópicos, muelles helicoidales y barra estabilizadora.

Como todos sus precedentes, este modelo tenía unos frenos excelentes de considerables dimensiones y buena refrigeración. Esta combinación los convertía en unos frenos muy fiables. Gracias a ellos, este vehículo se podía detener en pocos metros pese a viajar a gran velocidad.