Capital del estado de Brandeburgo, Potsdam es un lugar de visita obligada para todo aquel viajero que, estando en Berlín, decida realizar una excursión a una de las ciudades más cargadas de historia de la vieja Europa.
Situada a unos 30 minutos en tren desde el centro de Berlín, esta localidad alemana ofrece muchas posibilidades al turista. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, la ciudad ofrece a quien la visita no sólo un espléndido conjunto arquitectónico con excepcionales edificios de los siglos XVII, XVIII y XIX, sino también la posibilidad de realizar relajantes paseos en barca por sus múltiples lagos o por el río Havel.
Potsdam fue fundada en el siglo VII con el nombre de Poztupimi. Elegida como residencia de caza en 1660 por Federico Guillermo I, esta monumental ciudad alemana acabó siendo el lugar de residencia de la familia real prusiana. Esto le permitió gozar del privilegio de ver cómo en sus calles se levantaban espléndidos palacios y edificios que, en buena parte y milagrosamente, sobrevivieron a la Segunda Guerra Mundial y que se ofrecen hoy al visitante como un excelente muestrario de lo que fue la arquitectura barroca y rococó.
Palacios y Jardines Sanssouci
Como hemos señalado anteriormente, esta ciudad alemana posee un puñado de palacios muy destacables. Entre todos ellos destacan los Palacios y Jardines Sanssouci. A este conjunto de palacios se le conoce como el “Versalles alemán” y es, sin duda, uno de los grandes encantos de Potsdam.
Construido a partir de la llegada de Federico II el Grande al poder, todos los reyes que vinieron tras él fueron dejando su impronta en este espectacular conjunto. Cuando se habla del Parque Sanssouci se habla de un recorrido de unos 15 kilómetros que incluye diez construcciones y palacios.
Los palacios y Jardines Sanssouci servían al rey Federico para alejarse del universo ceremonioso de Berlín.
El complejo palaciego es una muestra perfecta de lo que el estilo rococó supuso para la arquitectura. Este palacio posee un bloque principal de una sola planta y dos alas laterales. La fachada que da a los jardines está decorada con figuras de atlantes y cariátides. En esa misma fachada pueden contemplarse también bacantes, querubines y algunos floreros, realizados todos ellos en piedra arenisca.
A orillas del río Havel se encuentra el Palacio de Babelsberg. Construido entre 1833 y 1835 como residencia de verano del emperador Guillermo I, este palacio neogótico es uno de los rincones más románticos de la ciudad.
El Nuevo Palacio y el Palacio de Cecilienhof
Otro de los palacios de inexcusable visita en la ciudad es el Nuevo Palacio o Neues Palais. De sobria apariencia, este gran edificio renacentista de obra vista posee una bella cúpula de cobre de color verdoso. La fachada de este palacio, que está ubicado en la zona occidental del parque de Sanssouci, tiene doscientos metros de ancho y tres pisos de altura.
El Nuevo Palacio, construcción en la que se mezclan el clasicismo y el barroco, posee dos alas ubicadas a ambos lados de la edificación principal. Este edificio, que se empezó a construir tras finalizar la Guerra de los Siete Años, posee más de 200 habitaciones decoradas. Gran parte de los tesoros de este palacio fueron saqueados por las tropas soviéticas durante la Segunda Guerra Mundial.
Un palacio muy importante en la historia de la ciudad fue el Palacio de Cecilienhof. En este palacio, que recuerda a una inmensa casa de campo británico, se celebró la histórica Conferencia de Potsdam. En dicha conferencia se reunieron en julio de 1945 los máximos gobernantes de Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Soviética para acordar cómo administrar la Alemania derrotada en la guerra.
Otros encantos turísticos de Potsdam
Más allá de sus bellos palacios, Potsdam atesora múltiples encantos para el turista. Entre ellos podemos destacar los siguientes:
- Puente Glienicke o Glienicker Brücke. Este puente, construido en 1907 y reconstruido tras ser dañado durante la Segunda Guerra Mundial, conecta la localidad con Berlín. Sobre este puente, denominado popularmente “puente de los espías”, estadounidenses y soviéticos realizaron, tras la Guerra Fría, el intercambio de los espías que cada uno de ellos había capturado. Citado por el novelista John Le Carré en su obra Smiley’sPeople, apareció también en 2015 en la película del cineasta estadounidense Steven Spielberg El puente de los espías.
- Puerta de Brandeburgo. En el centro histórico de la ciudad, junto a la Lusienplatz, se encuentra esta puerta, que no es más famosa que la del mismo nombre existente en Berlín, pero sí más antigua. Construida en 1770 por orden de Federico II, esta puerta (especie de arco de triunfo) sirvió para conmemorar el final de la Guerra de los Siete Años.
Una de las zonas más atractivas de la ciudad es el llamado Barrio holandés o Holländisches Viertel. Este barrio es conocido como el “pequeño Ámsterdam”.
En el siglo XVIII, muchos trabajadores holandeses acudieron a esta zona para repoblar y trabajar las tierras. Para que se sintieran más cerca de casa, se construyeron 150 edificios con ladrillos rojos. En la actualidad, este barrio es un barrio de ambiente marcadamente bohemio. El turista puede encontrar aquí cafés, restaurantes y talleres de artistas abiertos al público.