Toda persona que visita Berlín acaba visitando su muro. Junto a la puerta de Brandeburgo, el Reichstag o la Isla de los Museos, el muro de Berlín es uno de los lugares de inexcusable visita de la capital alemana. Este lugar, cargado de historia, es el símbolo de muchos desencuentros. Su caída, acaecida en 1989, simbolizó el inicio del proceso que iba a llevar a la reunificación alemana.

En este artículo vamos a hablaros de la historia que se encierra tras el famoso muro y os vamos a explicar cuáles son los tramos del mismo que suelen atraer el interés de los turistas.

Historia del muro de Berlín

En agosto de 1961 hacía solo dieciséis años que había finalizado la Segunda Guerra Mundial. Dos fueron los ejércitos que entraron en Berlín en 1945: el ejército de la Unión Soviética y el ejército occidental formado por tropas norteamericanas, británicas y francesas. Esos dos ejércitos representaban a los dos bloques vencedores.

Entre estos dos bloques se repartieron Alemania. Una parte de ella quedó en la órbita del Este, pasando a llamarse República Democrática Alemana (RDA). La otra quedó en la órbita occidental, recibiendo el nombre de República Federal de Alemania (RFA).

Berlín, que se hallaba emplazada en la zona de control soviético, quedó dividida también, según los acuerdos firmados por los países vencedores de la Segunda Guerra Mundial, en dos mitades.

Cada una de esas dos mitades, con sus presupuestos ideológicos propios, emprendieron su propio camino histórico. Rápidamente se comprobó que la RFA resultaba más próspera que la RDA. Las inyecciones de ayuda occidentales a la República Federal daban más frutos que las ayudas que podían derivarse del control que la URSS ejercía sobre la RDA. En la parte oriental de la antigua Alemania se padecía escasez mientras la RFA se recuperaba a marchas forzadas de la ruina que para Alemania había supuesto la guerra mundial.

Símbolo de la Guerra Fría

En el ambiente de enfrentamiento político e ideológico entre los dos bloques, el capitalista-occidental y el comunista-oriental, cada vez eran más los habitantes de la RDA que, huyendo de ella, se refugiaban en la RFA.

La RDA, poco a poco, parecía irse despoblando. Las autoridades de la RDA decidieron poner fin a ese éxodo el 12 de agosto de 1961. ¿Cómo? Construyendo un muro que había de ser conocido como muro de Berlín o, según palabras de Willie Brandt, alcalde de Berlín en aquel tiempo, “muro de la vergüenza”.

Dicho muro serviría para separar el Berlín oriental del Berlín occidental, el Berlín comunista del Berlín capitalista.

Primero fue una alambrada. Después, un muro de unos 4 metros de alto que fue reforzado con otras medidas de “seguridad”.

Entre las medidas  de seguridad que “protegían” el muro de Berlín podemos destacar 302 torres de vigilancia, 20 búnkeres, alambradas con sensores, trampas para tanques y hasta 14.000 soldados destinados a patrullar a lo largo del muro y en sus cercanías.

Construcción del muro de Berlín

La caída del muro

La construcción del muro de Berlín hizo que amigos y familias quedaran separados de la noche a la mañana. Y esa separación, dolorosa para la escindida nación alemana, había de durar 28 años. Durante esos años, un número de entre 125 y 270 personas murieron intentando cruzarlo.

En octubre y noviembre de 1989, en plena apertura del bloque comunista y en plena descomposición de lo que había sido la URSS, la RDA se convirtió en una inmensa manifestación. La población pedía que el muro fuera derribado.

El día 9, finalmente, las autoridades de la RDA dejaron entrever que la apertura del muro era posible. La gente de la calle se encargó, ese mismo día, de ir destrozando aquella barrera que durante tanto tiempo había separado a los alemanes.

Caída del muro de Berlín

Sin duda, la construcción y, años después, el derribo del muro de Berlín son dos de los acontecimientos más simbólicamente importantes del siglo XX. Uno de ellos simbolizaba uno de los puntos más álgidos de la Guerra Fría. El otro, el derrumbe del bloque comunista.

El muro de Berlín llegó a tener 155 km de largo. De esos 155 km, 43 de ellos estaban en el centro de la ciudad y el resto, bordeándola.

En la actualidad se conservan unos pocos kilómetros de lo que fue el muro. Esos pocos kilómetros están repartidos por seis puntos de la ciudad. Al mismo tiempo, el visitante que acuda a Berlín puede encontrar varios memoriales o museos y 30 placas informativas en diferentes tramos del recorrido original del muro. En muchos lugares se puede saber cuál era ese recorrido porque lo señalan en el suelo una doble línea de adoquines.

Muro de la vergüenza

Tramos visitables del muro de Berlín

De entre los tramos del muro de Berlín que pueden visitarse queremos destacar los siguientes:

  • East Side Gallery. Con una longitud de 1,5 km, éste es el tramo más largo que se conserva del muro. En realidad, este tramo se ha convertido en una especie de gran galería de arte al aire libre. En este tramo se puede contemplar un amplio número de murales que fueron pintados hace ya años y que, en muchos casos, se han hecho famosos por convertirse en una especie de iconos de la libertad. En la actualidad, una asociación vela por el mantenimiento de dichos murales.
  • Bernauer Strasse. Esta calle fue testigo de la primera muerte en el muro y en ella encontramos la Capilla de la Conciliación, trozos del muro, una exposición al aire libre y el Memorial y centro de documentación del Muro de Berlín (Gedenkstätte Berliner Mauer). En este centro podemos contemplar fotografías y documentos, cifras referentes a la historia del muro y relatos relacionados con ella. En él existe también una terraza desde la que puede contemplarse la única zona del muro que a día de hoy conserva todos los elementos que, en su día, componían el muro es decir: muro interior y exterior, franja de la muerte, alambradas y torre de vigilancia.
  • Checpoint Charlie. Dentro de Berlín existían 31 puntos de control fronterizo. Esos puntos fueron desmantelados tras la caída del muro. En la Friedrichstraße, sin embargo, puede contemplarse la réplica del punto de control C.

El muro de Berlín es, sin duda, uno de los lugares de inexcusable visita cuando se viaja a Berlín.